En este capítulo hay muchas afirmaciones de Briggs con las que no estoy de acuerdo, pues asegura “La reportería multifuente (Crowdsourcing, en inglés) enfoca ese poder de la comunidad en un proyecto específico y demuestra cómo un grupo grande de individuos comprometidos puede funcionar mejor que un grupo de profesionales experimentados” y no creo que sea cierto. Los periodistas ya lo tienen bastante complicado para trabajar, si le sumamos el intrusismo laboral que sufren y si encima encontramos autores que aseguran que un grupo de personas pueden informar mejor que un grupo de profesionales entonces ya esto es el fin de la profesión. No estoy en contra del crowdsourcing, pero utilizado de otra manera. Una multifuente que se convierte en una múltiple y única de la que el periodista se nutre para transmitir la información al público. Porque por muy testigo que se sea de un hecho, nunca una persona sin formación puede comunicar de la misma manera que lo hace un periodista. El comunicador toma las notas e informaciones de la reportería multifuente y le da forma convirtiéndola en una auténtica noticia.
Noticias que se beneficiarían de estas prácticas serían las internacionales como por ejemplo los atentados en Pakistán, o en la franja de Gaza, etc… a los que se les presta una atención relativa en cuanto a espacio, visibilidad en los periódicos, y minutos en radio o televisión. Una información más completa sobre estos casos es posible utilizando la reportería multifuente. Un ejemplo reciente: Sólo tenemos los datos que ofrece la agencia. Apenas unos 600 caracteres para contar un atentado de tal calibre …Ha de haber historias detrás que no conocemos, más datos, implicados, implicados, etc. Es un ejemplo, sólo uno, pero de estos en el periodismo encontramos muchos. Mejorar siempre es posible y las posibilidades que ofrecen medios como el crowdsourcing y la reportería distribuida, colaborativa y de código abierto.
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